Juristas, expertos fiscales, miembros de la industria y creadores
desconfían del sistema de gravamen universal aprobado por el Gobierno
del PP
Desde el viernes, el canon digital somos todos, parafraseando aquel
eslogan que llamaba a la solidaridad tributaria. El nuevo gravamen por
copia privada deja de cargar sobre las espaldas de compradores de
aparatos para posarse como una losa sobre las personas físicas: del
recién nacido a la hacker; del jubilado a la universitaria de apuntes fotocopiados.
Una cantidad pactada con "las partes implicadas", que podría oscilar
entre los 37 y 42 millones de euros, según fuentes del Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte, saldrá de los Presupuestos Generales del
Estado y se destinará a las entidades de gestión (como SGAE o CEDRO), lo
que equivale a decir a los creadores. Con el anuncio, sepultado entre
los recortes lanzados tras el último Consejo de Ministros, se da carpetazo al anterior sistema, antiguo caballo de batalla del PP, para entrar en la era del canon per capita.
El nuevo régimen
causa recelo entre juristas, expertos fiscales, creadores y
representantes de la industria consultados por EL PAÍS. Los autores,
porque pasarán a percibir menos de la mitad de lo que el otro sistema
les garantizó en 2010 (casi 100 millones). "Al menos, significa un
desbloqueo de la situación absurda que estábamos viviendo", afirma
Sabino Méndez, portavoz de la SGAE.
El resto, porque esta
modificación -que, a falta de desarrollo reglamentario, se pretende de
instauración inmediata- supone una aplicación indiscriminada de la
carga. "Sin tener datos para un análisis en profundidad, se adivina, en
principio, el mismo defecto del viejo canon, que presuponía que si yo
compraba una fotocopia, iba a realizar copias privadas. Todos cargamos a
partes iguales con la subvención a los autores", explica Luis del Amo,
gerente del Registro de Economistas y Asesores Fiscales.
Entrando
en el debate judicial, Paloma Llaneza, abogada experta en Propiedad
Intelectual, opina que "la propuesta no establece el equilibrio
necesario entre equitativa compensación y perjuicio sufrido, ya que
convierte, a efectos de cómputo, en usuarios de prestaciones protegidas a
cualquier persona física de nacionalidad española con cargo a los
impuestos, con independencia de su edad y su uso o acceso a mecanismos
de copia". Haciendo un ejercicio de legislación-ficción, Llaneza
interpreta que para armar el nuevo sistema, que, según las fuentes
citadas, se inspiró en el caso noruego, se ha partido de las enseñanzas
extraídas del caso Padawan.
En ella, el Tribunal de
Justicia de la UE dio en Luxemburgo en octubre de 2010 la razón a Ana
María Méndez, dueña de una tienda de informática que impugnó la
"aplicación universal" del canon digital. A partir de esa sentencia, se
entiende que las personas jurídicas (empresas o administraciones
públicas) están exentas de pagar el canon porque no efectúan en
principio copias privadas, sino solo profesionales. "De ahí que el nuevo
sistema caiga sobre las personas físicas; es decir, todos".
"El
problema", afirma Llaneza, "es que Noruega no es miembro de la UE y no
está sujeto a esa jurisprudencia". La inspiración nórdica, canon per capita
con cargo a los Presupuestos Generales, parece haber pesado en la
elaboración del nuevo gravamen, si se atiende a un informe para la UK
Intellectual Property Office en el que se detalla en datos de 2009 el
coste por habitante por copia privada en los países europeos. A la
cabeza figura Francia, con 2,6 euros, España es la tercera (1,7),
mientras que Noruega figura en el undécimo lugar con 0,9. Curiosamente,
la cifra que, según fuentes del Ministerio, se ha empleado en España
para el cálculo (los 42 millones citados salen de multiplicar la
población española por 0,9). "De este modo el Gobierno", sentencia
Llaneza, "corta el suministro de fondos a las entidades de gestión que
ahora pasan a estar 'subvencionadas' y 'controladas' por quien decide
cuánto dinero les da al año por este concepto".
Componendas
fiscales aparte, el descontento es generalizado en ambos bandos. Desde
los tuits que mostraban su disconformidad hasta Rafael Sánchez, portavoz
de Egeda (la sociedad de gestión de los productores audiovisuales), que
advierte de que la regulación sobre propiedad intelectual está "en
revisión" en Europa, y cree que esta medida "nos va a alejar de la
mayoría de lo que existe en los países europeos". "Si a Luxemburgo el
sistema anterior le pareció indiscriminado, ahora lo es todavía más. La
propuesta del nuevo Gobierno plantea muchas dudas jurídicas que no
sabemos cómo se van a resolver".
Además, Sánchez pone sobre el
tapete que en enero de 2010 una subcomisión del Congreso apostó -con el
apoyo de todos los grupos- por una reforma integral de la Ley de
Propiedad Intelectual, aspiración que, por las primeras declaraciones de
los responsables de Cultura, figura aún entre las prioridades del PP.
Por
estas y otras razones, Abel Martín Villarejo, director general de AISGE
(la entidad que gestiona los derechos de actores, dobladores,
bailarines y directores de escena), considera que hablar de "supresión"
del "mal llamado canon no es más que un término electoralista y
generador de confusión en un tema tan necesitado de claridad y rigor".
Mientras,
desde el otro lado del espectro de intereses, Jesús Banegas, presidente
de Ametic (la asociación que agrupa operadoras y empresas
tecnológicas), va más allá. "Si los artistas quieren cobrar por un
supuesto derecho por copia privada pueden subir el precio de sus obras
cuando las lancen al mercado. La vía presupuestaria anunciada por el
Gobierno del PP es un disparate. Si se aplicara en España un impuesto a
todo el mundo para pagar a artistas... ¿a qué artistas? ¿de circo?, ¿por
qué no a malabaristas? Si el canon es un disparate, eso es más
disparate todavía. Si damos ese paso va a ser peor el remedio que la
enfermedad".
Fuente: ElPais
Bienvenido a la asociación cultural Corvus Corax
martes, 3 de enero de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario